Extractos

Extractos

Cápitulos de los diferentes títulos de Ramón Amaya Amador.

Sombras de la montaña

La selva reza con camándula inglesa

Primera Parte

1

En una casa de bahareque en el barrio El Calvario de San Salvador, humilde, de tejado bajo y corredor interior, viven Antonín Mercado y María Mercedes que ahora lleva el apellido de su marido por haber formalizado su matrimonio civil, cumpliendo así la vieja promesa que hicieran al General en Guatemala. Dan hospedaje a los hermanos Cano que, como otros veteranos, continúan en el ejército federal acantonado en el ahora Distrito Federal.

La ultima orden

El Triunfo de la Selva

Primera Parte

1

Marzo, tórrido en las costas, fresco en la capital de Guatemala. Días de Cuaresma, luminosos, policromados. La noble ciudad vigilada por los volcanes altivos se adormece en el silencio triste de la restauración feudal. Por sus calles y plazas las multitudes sencillas siguen en procesiones la tonsura dirigente de los sacerdotes, repitiendo las viejas letanías, los padrenuestros, los credos con la ilusión puesta en un mundo extraterreno donde no exista la miseria, la humillación y el hambre que padecen en este mundo de pecado. Rezan y cantan los ladinos, los indígenas, los blancos de los grupos dominantes que hablan en español y visten telas inglesas.

La paz y la sangre

Los sueños ponen los pies sobre la tierra

Primera Parte

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Cierto que dos días antes, el 14 de septiembre de 1830, con motivo del ingreso de Morazán en la ciudad de Guatemala, las masas populares, dirigidas por los patriotas, habían realizado grandes demostraciones de alborozo; pero aquello fue nada comparado con los festejos que tuvieron lugar cuando el gran jefe unionista tomó posesión de la Presidencia de la República de Centro América, un día después de las celebraciones del noveno aniversario de la independencia nacional.

El sombrero de junco

De la entraña popular nacen los héroes

Primera Parte

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En la apacible ciudad de Comayagua hay una sorprendente e inusitada agitación en calles y plazas, en palacetes y chozas. En los edificios gubernamentales, en los cuarteles, flamean banderas federales. Parecen nuevas. Pasan coches tirados por briosos caballos a un paso capaz de arrollar a impávidos transeúntes; hoy todo el mundo, hasta los chicuelos, anda inquieto y con el oído y la mirada alertas, el corazón acelerado.